martes, 6 de enero de 2009

Un año nuevo, de Revolución


Alguna vez dijo el Che “la Historia la hacen los pueblos”, en décadas siguientes Allende diría “la Historia los juzgará”. Se pueden confirmar ambas aseveraciones en las respectivas historias. Sin embargo, el énfasis de estas palabras va dirigido a uno de los movimientos de masas más destacados de nuestra querida América Latina, una estructura histórica que engloba sentimientos revolucionarios y antiimperialistas, que llena de orgullo al pueblo cubano y de rencor a Estados Unidos.
Es así como un primero de enero de 1959, luego de que la burguesía cubana junto a la administración del dictador Batista arrancaban hacia el imperio, entraban triunfantes a Santiago de Cuba las tropas revolucionarias comandadas por Fidel Castro.
El proceso revolucionario se encarna y se cimienta en el Movimiento 26 de Julio que debe su nombre a la primera acción armada que tuvo lugar en el cuartel de Moncada de Santiago de Cuba de 1952 donde morirían varios soldados.
En este hecho relevante de la lucha latina encontramos a personajes tan recordados como el Che Guevara o el propio Camilo Cienfuegos que organizaron al pequeño ejército de liberación en la selva, la Sierra Maestra y en las operaciones urbanas donde se liberaban ciudades, villas y se derrotaba al invasor.

Por primera vez en años, Cuba era Libre, después de triunfar en Santa Clara no había supeditación a los españoles ni a los yanquis, podían celebrar tranquilos la emoción de haber vencido las garras del imperio y las ansias de poder.

La revolución cubana no solo significa un sentimiento nacionalista, es por sobre todo la confianza del pueblo –campesino y obrero- en la lucha armada como solución a las estructuras imperialistas, representa una alternativa concreta de sociedad que otorga al socialismo un lugar principal donde se puede vivir sin la intervención plena del capitalismo y donde la planificación del Estado para el pueblo es una forma de avanzar hacia la comunión de las personas.


La tristeza de este hecho se remonta a octubre de aquel victorioso año donde fallece en un accidente de avión Camilo Cienfuegos. En palabras del Che, su íntimo amigo: Su muerte fue allí, cuando todo un pueblo lo conocía, lo admiraba y lo quería; pudo haber sido antes y su historia sería la simple de un capitán guerrillero. Habrá muchos Camilos, dijo Fidel; y hubo Camilos, puedo agregar, Camilos que acabaron su vida antes de completar el ciclo magnífico que él ha encerrado para entrar en la historia, (…) recalquemos si que no ha habido en esta guerra de liberación un soldado comparable a Camilo(…) Camilo, el guerrillero, es objeto permanente de evocación cotidiana, es el que hizo esto o aquello, “una cosa de Camilo”, el que puso su señal precisa e indeleble a la Revolución Cubana, el que está presente en los otros que no llegaron y en aquellos que están por venir. En su renuevo continuo e inmortal, Camilo es la imagen del pueblo.

(Carotto, O. 2004, Pág. 41)


Saludos, Skatito