martes, 15 de diciembre de 2009

Dentro de la Democracia Liberal. Parte 2: Chile, hoy

Si todos estuvieran inscritos en los registros electorales y votaran nulo pondrían en peligro el sistema democrático liberal.

Si continúa creciendo la masa de electores no inscritos se da muestra de la oposición a la democracia liberal.

Ambas ideas constituyen una situación de resistencia ante el paradigma liberal, es mínimo pero resistencia y rechazo al fin. Actualmente, Chile, se encuentra en un decisivo momento donde las elecciones exponen a un político de derecha entre el más probable candidato a la presidencia. El último ejecutivo de derecha elegido “democráticamente” en Chile fue Jorge Alessandri en los años 60’ y gobernó como en casi toda la Historia, con un apoyo firme de la burguesía.

Hoy, se define el proyecto que asumirá Chile durante los siguientes cuatro años ¿Qué representan para la sociedad? Simplemente lo que se ha venido haciendo siempre (con excepción de algunos pasajes 70-73’) Luego de que la Concertación triunfara ante la dictadura de Pinochet, no ha habido transformaciones visibles, Pinochet no fue derrotado, el sistema que por fuerza impuso es una victoria latente en el país y en el mundo. Hoy, neoliberalismo es más bien el ideal de cualquier Estado democrático, es por lo tanto el ideal de la Concertación, de la Alianza por Chile, la de los independientes, y hasta el del Partido Comunista.

Muchos se preguntan por el destino de Chile si es que asume Piñera, la respuesta no es tan difícil si pensamos en lo que haría MEO o el propio Frei, o si vemos lo ocurrido con la izquierda tradicional. Con las dos décadas que tiene la concertación en el Estado se han consolidado las pautas de Pinochet y se ha entablado el neoliberalismo bajo un discurso de “Social de Mercado” ese que tanto remarcó Alwyn, que exacerbaría Frei o Lagos y que esconde tímidamente Bachelet. Con Piñera, no será distinto, la sociedad y sus clases se tendrán que asociar más a la retórica liberal, enfrentar la dureza y ambición del neoliberalismo, la determinación del mercado y la ley de oferta-demanda. Chile planteará su mayor acercamiento a las estructuras del capitalismo con un gobierno de Derecha plena, que vende gloria con consignas y programas populares falsos. Por otra parte el PC terminó por robustecer su posición eurocomunista y distanciarse de la izquierda. El pacto con la concertación es una prueba fiel de sus prioridades: participación plena en la democracia liberal. Finalmente MEO, que se burla de la vieja clase política a la que igualmente pertenece, es un ejemplo de cómo hay otras caretas de la senda neoliberal.

Desde principios del siglo XIX, que las candidaturas centran su discurso en los más desposeídos, en la clase media o en el “mundo popular”, refiriéndose a dimensiones ajenas a las de la elite, demostrando que no se quiere transformar nada. Chile es pionero neoliberal en Latinoamérica, es de los primeros quince en el mundo, todo esto logrado desde Pinochet hasta Bachelet, imaginen con Piñera.

Téngase claro, Piñera es de Derecha, la que nació con la burguesía, la que se reforzó con el comercio, la que en Chile acompañó la ambición de la Iglesia Católica, gobernó a los sectores subalternos, obedeció a la elite y se hizo millonaria con Pinochet. Es de la Derecha que reprimió y echó abajo al único proyecto verdaderamente popular en Chile. Es la idéntica derecha que seguirá enriqueciendo a los mismos de siempre, la que irá quitando progresivamente los derechos del pueblo. Es la Derecha que domina y se ríe del pobre y del trabajador. No importa que sus palabras sean en honor a las clases populares, es y será siempre la clase capitalista al servicio de sus propios intereses y no de otros.

Todos son parte de una sola clase política, a esa que se ha llamado “sagrada familia” bendita por la acumulación y el movimiento del capital.

Dentro de la Democracia Liberal. Parte 1


Se concibe como comúnmente entre las personas, lo importante que es participar en las elecciones y hacer valer la opinión. Sin embargo, pocas veces discutimos sobre la validez que tiene marcar un papel con una línea, o el origen que tiene este sistema de participación. Para la gran mayoría, la democracia es el mejor sistema de gobierno, pues ofrece una integración de todas las personas a la vida política. No obstante, no se cuestiona la real impronta de igualdad.
Lo que tenemos hoy es el resultado de fuertes batallas y revoluciones de la burguesía en contra del Antiguo Régimen, ese que era dominado por reyes, clanes y dinastías todopoderosas. La democracia que vosotros conocéis tiene un arraigo firmemente unido al tronco de las disposiciones burguesas que comienzan a solidificarse con la revolución francesa a fines del siglo XVIII. La participación que se promueve, no es otra que la que promovían los líderes burgueses varios siglos atrás, es una prédica que viene del paradigma de la burguesía: el omnímodo liberalismo. Así es, la democracia liberal o burguesa es la que nos llama a ejercer la participación mediante votos representativos o “populares” para conformar los actores del Estado, otro de los triunfos liberales. La división de poderes en legislativo, ejecutivo y judicial; la convocación de elecciones para elegir al presidente y los miembros del Congreso, el guiar al Estado mediante una constitución, la idea de igualdad, etc. etc., son mociones tan añejas como la burguesía. Elementos presentes e imprescindibles en la Historia de Chile y Mundial. Incluso, encontramos experiencias socialistas bajo preceptos liberales.
Pues bien, la inscripción electoral y el voto, ya se ha enraizado en las mentes de la gran mayoría de la población. Aunque también ha tomado la significancia de voto inútil. La Historia reciente, da muestras de cómo los políticos mantienen lazos irrompibles basados en la idea de mantener el status quo. Son los mismos de siempre, los hijos distinguidos de la elite que tiene una larga trascendencia en todos los territorios, por supuesto Chile no es ninguna excepción, es un claro ejemplo. Son círculos familiarizados consanguíneamente por su tradición política que buscan la permanencia de lo acostumbrado. El mayor patrón de esto es el liberalismo y todo lo que implica, solo saquen cuenta.
Es la democracia liberal lo que ha dominado nuestra civilización, es eso lo que conocemos, es aquella la dueña del comportamiento político de las personas, de las sociedades y de las clases. Felices aquellos profetas del liberalismo, felices los promotores del neoliberalismo, felices sus ejecutores y felices los burgueses que triunfan sobre las masas pobres, trabajadoras y proletarias. La validez de marcar un papel para elegir un presidente o un senador es un acto viejo y que de poco ha servido a las clases bajas. El liberalismo, su democracia, sus precursores y descendencia son la esencia del manejo social actual, son los que ofrecen bienestar y equidad y no cumplen, son los que han pervivido en lo más alto de la Historia del Hombre en los últimos 500 años. ¿Crees en la democracia liberal?

sábado, 19 de septiembre de 2009

¿Conflicto Mapuche?


Hoy, luego de más de cinco siglos en que se comprobaba que el planeta Tierra era redondo – entre otras cosas- el Mapuche sigue resistiendo ante las amenazas de la modernidad, ante la fuerza del capital y ante el terror violento de manos de los intereses del Estado nacional chileno. Sin ahondar en fechas, 1492, marca también la sangrienta batalla de la defensa cultural. En Chile, el tema es una llama de fuego que aún no se apaga, al contrario de lo que pasó - por ejemplo - con los Incas o Aztecas o los propios pueblos interinos del territorio (atacameños, alacalufes, etc.). El “indio” como es llamado por la historiografía hispana, murió en la conquista, fue humillado en la colonia, luego fue enaltecido a comienzos del periodo republicano, y hoy, es nuevamente objeto de conquista y violencia. Él y su tierra.


La administración del Estado de Chile, los medios de comunicación y la opinión general, se refieren constantemente a un “conflicto mapuche”, entendiéndose esto como un enfrentamiento de ideas y armas, entre unos y otros, entre el originario Pueblo Mapuche y la expresión estatal chilena, respectivamente. A grandes rasgos, unos buscan la recuperación de sus antiquísimos territorios y una completa reivindicación; otros protegen la propiedad privada usurpada (a los pueblos originarios) a mediados del siglo antepasado (XIX), agregando a ello, solucionar el llamado y reiterado “conflicto mapuche”.


Ante esto ¿De quién es el conflicto? En la actualidad del 2009, el Mapuche sigue ofreciendo el pecho, por sus valores e ideosincracia de aquel ingrato siglo XV. El Pueblo Mapuche le muestra los dientes a las fuerzas policiales dirigidas por el Estado nación, entierra a los weichafe y surge de entre las comunidades en una justa reivindicación. La pregunta surge nuevamente ¿es acaso un conflicto de los Mapuche?. En Chile, a finales de la década de 1850 se produce una crisis económica generada por el salitre. En ese entonces las relaciones entre huincas y mapuche eran mediante parlamentos, relaciones rotas por la determinación económica del Estado de avanzar hacia el sur y así solucionar SUS problemas monetarios. Sin embargo, este avance, a pesar de ser planteado como integración, dejó consecuencias garrafales para Chile y para la zona (La Frontera). Consecuencias que se aprecian en la prensa, en las muertes, en las marchas, en los enfrentamientos, en la generación de opiniones, en el poco crecimiento de la región de la Araucanía, etc.

La elite dirigente de ese entonces, en los albores del Estado, necesitaba intrínseca y extrínsecamente la integración de la Frontera, pues era esencial tanto para apalear las dificultades económicas, como para ir consolidando la idea de Nación bajo una identidad común. No obstante, la unidad planteada por la aristocracia chilena, no imaginó y no midió lo que podría suceder en esta acción de ocupación de la Araucanía. Así, cuando en 1857 se da inicio a este proceso nunca se pensó en las fragmentaciones culturales e identitaria que en este lugar se presentaban. Como lo plantea J. Pinto, nunca fraguó la convivencia de mapuche, colonos extranjeros ni chilenos:”…uno de los grandes fracasos del Estado fue no haber sido capaz de configurar en la región una identidad colectiva que empujara el carro del desarrollo, respetando una diversidad que no se quiso ver cuando se inició la ocupación (…) la ausencia de un sentido de pertenencia común y de aspiraciones colectivas que se sobrepusieran a las demandas sectoriales, se convirtió en una debilidad que la región no ha podido superar.


Ya en 1859 el diario “El Mercurio” de Valparaíso decía que: los hombres no nacieron para vivir inútilmente y como los animales selváticos…y una asociación de bárbaros tan bárbaros como los araucanos no es más que una horda de fieras, que es urgente encadenar o destruir en el interés de la humanidad y en bien de la civilización.

Era tan distinta la visión del colono que fue empujado al sur por el propio Estado, con la visión del Mapuche originario defensor de su ancestralidad, y con la mirada unificadora y violenta del Chileno, que no se ha podido conjugar una identidad convergente. Por supuesto que esta identidad es una tarea que no se logrará fácilmente. El Mapuche defiende sus costumbres, sus tradiciones, su misticismo, su sencillez, su autosuficiencia, y por sobre todo sus tierras. Está demás decir, que el Mapuche siempre ha existido, el chileno es una creación de la ambición del desarrollo y de la esfera económica.

Lamentable.


Para terminar, ¿De quién es el conflicto? Así es señores, el conflicto no es del Mapuche. El Conflicto es del Estado, manejado por la omnipotente elite, esa burguesía que domina desde hace más de cinco siglos

Celebrando nada


Habitualmente se nos enseña el proceso de Independencia de Chile como una parte de la historia chilena dividida en una Patria Vieja, Reconquista española y la Patria Nueva. Es un periodo que avanza desde la primera Junta Nacional de Gobierno en 1810 hasta la declaración de independencia en 1818. La pregunta de cual es el hito de emancipación chilena es una polémica aparte, lo importante es saber que celebramos cuando observamos los espacios públicos y privados con banderas y adornos “chilenos”.

Pues bien, la masiva propaganda de un Bicentenario, las docenas de empanadas en las casas del populacho, el vino y la chicha en las “ramadas”, los desfiles en la calle central, y la de los militares en la capital, los bailes folclóricos y otros no tantos, van haciendo difuso y complejo el panorama de la mayoría de los chilenos. ¿Qué celebramos?
El consenso de historiadores chilenos, desde los que escriben en perspectiva económica, social o los mismos conservadores, hablan de una Junta Nacional de gobierno sin ninguna intención de separarse de España. ¡Pero atención! El jolgorio, la juerga, los volantines, los asados, la chusma ebria y el blanco-azul-rojo son parte de un proyecto político- cultural de la decimonónica elite chilena, aquella compuesta por los de Toro y Zambrano, los O`Higgins, los Carrera, los Portales, los Edwards, los Alessandri, los Frei, entre muchos otros. Este grupo aristócrata aburguesado, es el responsable de que nos hagamos llamar chilenos y de que bebamos hasta más no poder.
Hablamos entonces de la identidad del chileno, de su comida típica, de su baile nacional, de su linda bandera, etc., etc. Estos logros fueron una de las tareas más arduas de la élite criolla luego de establecer el Estado chileno, estamos en presencia de la Nación. En un principio fue la Nación Política, luego la Nación cultural, que se construyó desde la perspectiva simbólica, ritual e identitaria, lo que permitió compatibilizar los elementos objetivos (vividos) con los subjetivos (imaginados) de modo de crear una conciencia nacional sólida.

Aquello es lo que tenemos hoy. Un bombardeo incesante de un Bicentenario próximo, el aniversario en el que la élite santiaguina compuesta por comerciantes, mineros y agricultores, saboreaba sus primeros pasos ejerciendo el poder. Si quieren o no, aún podemos seguir hablando de un centralismo nacional, hasta se dice que aquel episodio consistió en un golpe de Santiago a las regiones. En fin, lo que sucedió finalmente, fue que España dejó de ser la cabeza de la política chilena y definitivamente fueron los “habitantes nacionales” los dueños de sus decisiones en todos los planos de la vida. Es decir, nos convertimos en Independientes (formalmente en 1818).
Pero cuál es el grado de independencia de Chile. Desde 1818 continuamos copiando modelos constitucionales, seguimos dependiendo de la exportación de materias primas, necesitamos de intelectuales extranjeros, etc., etc. Las crisis globales siguen afectándonos, dependemos de decisiones extranjeras en cuanto a la política mundial. Se podría seguir.
Recabarren pregunta en el primer centenario (1910) cuál es el motivo por lo que los obreros deben celebrar, respondiendo que no hay ninguna razón. ¿Es posible este cuestionamiento hoy? Pues claro. Admitir que los avances son significativos en economía, en lo cultural, en la “democracia”, no significa no deplorar las pésimas condiciones laborales de la masa asalariada, las agresiones de las fuerzas policiales, la mala distribución de las riquezas, el aumento de la extrema pobreza, las malas condiciones de vivienda, las muertes por un sistema de salud horroroso, la explotación de las clases bajas, el sueldo mínimo.

Entonces pues, que siga celebrando la sagrada familia política chilena, que se regocije en el éxito de su proyecto nacional que a costa de violencia y autoritarismos han logrado mantener. Que sigan felices por los índices macroeconómicos de Chile, por ser un país neoliberal, por un Bicentenario de independencia. Pero la gente común y corriente, mi vecina sin casa, mi padre obrero, mi hermana cesante, mi abuelo alcohólico, mi primo ladrón, el vagabundo de la calle, el campesino pobre, el mapuche valiente no tienen nada que celebrar.
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Una vez más, ¿Fiestas Patrias de qué? ¿Bicentenario de qué? ¿Independencia de qué?